Otoño de 1916. Federico García Lorca viaja por vez primera a Castilla-León junto a un grupo de compañeros de la Universidad de Granada. Un 'laboratorio' itinerante dirigido por el profesor de Teoría del Arte y de la Literatura: Martín Domínguez Berrueta. De estas impresiones y paisajes nace su primer libro, dedicado a su profesor de música Antonio Segura. Cristos, conventos, ruinas, atardeceres, campanas, calles desiertas... escenarios que el joven músico con alma de poeta descubre gracias a la esencia de la Institución Libre de Enseñanza: el ansia por el progreso a través de la educación.
Regresar a una ciudad y a un teatro de los que guardas un buen recuerdo, es un verdadero placer. Así, después de conocer El Albéitar de la Universidad de León en 2014 en el circuito AIEnRUTa, en esta ocasión las luces se encendieron para presentar el disco Impresiones y paisajes, como el primer libro de Lorca dentro de los conciertos programados por el Instituto de la Juventud (INJUVE).
Lorca regresaría a la ciudad. Fue ya durante la Segunda República con La Barraca y de ello habla el leonés Luis Sáenz de la Calzada en su libro La Barraca. Teatro Universitario, recogido por Ian Gibson en Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca.
Sáenz de la Calzada recuerda el horror de Federico García Lorca de quedarse en blanco cuando de hablar en público se trataba. Y pasó. Fue en el propio León, cuando Lorca salió al escenario. Había mucho público y, al empezar a hablar, descubrió que había olvidado su papel. Mientras hurgaba en los bolsillos y su pánico iba en aumento, improvisó torpemente unas palabras y después, rojo de vergüenza, se retiró. Los "barracos" se sintieron secretamente complacidos ante el pequeño fracaso: Federico, el seductor, el mago, el más carismático, había tenido un contratiempo como cualquier mortal. Le hacía todavía más humano.
Mi agradecimiento a Juan Luis García, autor de estas fotografías. El álbum completo está disponible en flickr.